Como la mayoría de las cosas en el mundo, las baterías tienen una esperanza de vida. El tiempo medio que un conjunto de fosfatos de hierro y litio mantiene su capacidad es de unos 10 años. La nueva tecnología lograda por Tesla y su equipo de I+D en colaboración con Dahn, ampliaría este periodo a cien años, consiguiendo 1,5 millones de kilómetros en total.
Desde su nacimiento, la tecnología de las baterías ha tenido dificultades para mejorar su densidad energética. Como era de esperar, la batería es uno de los componentes más críticos en un vehículo y cualquier aumento de potencia puede ser muy importante. Musk siempre ha estado interesado en hacer más duradero el almacenamiento de energía solar, tanto en su misión de reducir la huella de carbono en la Tierra con Tesla como en su calidad de consejero delegado de SolarCity.
La clave para entender esta nueva batería radica en el uso de una nueva química catódica, esta vez basada en el níquel. Gracias a esta nueva composición, se ha conseguido una mayor durabilidad que la actual batería LFP. Además, comparte la misma densidad energética que las NCM convencionales, lo que la convierte en una propuesta especialmente diseñada para alargar la vida de las baterías.
La «gran batería» de Tesla ya está colocada en el Tesla Model S de Elon Musk. Ahora, sin embargo, Tesla y Dahn, la empresa que ha diseñado esta batería, quieren ponerla a disposición de todo el mundo con un producto de consumo.